Ser de izquierda no es lo mismo que ser comunista o ser socialista. Uno puede ser de izquierda y no militar ni simpatizar con los partidos y teorías marxistas, pero todo marxista, comunista o socialista es de izquierda. Entendemos como pensamiento de izquierda, aquel que reflexiona críticamente el mundo y propone cambiarlo. Dada la existencia de la explotación del hombre por el hombre, la izquierda busca aniquilarla. Éstas, claro, no son reflexiones marxistas, son ideas tomadas prestadas de Jaime Barylko. En su libro La Filosofía Una invitación a pensar, él nos dice:
“Ser de izquierda es, fundamentalmente, buscar un cambio de raíz, pensar; (…). No es estar afiliado a un grupo, un partido, un sector, ni repetir frases hechas sobre la guerra, el capitalismo salvaje o la literatura realista. Ser de izquierda es ser in-satisfecho y considerar que este mundo no es bueno y podría ser mejor para todos. Y seguir pensando, con Marx o contra Marx. El pensamiento crítico que observa a la sociedad y sus dobles verdades –las de la realidad y las del discurso- y las denuncia es, en su esencia, de izquierda. Es, en su esencia, revolucionario.” (Edit. Planeta, 1997, pág. 202).
Bajo esta definición caben muchos en la izquierda. Muchos literatos, artistas, pensadores e intelectuales críticos caben en la izquierda, mas no en el pensamiento, el arte y la ciencia marxista. Y he ahí, algo que debemos analizar para pensar en la izquierda o ser y hacer izquierda. En la izquierda hay muchas propuestas frente al sistema dominante de explotación actual, hay desde las reflexiones pobres y prácticas furiosas y desmesuradas de grupos y organizaciones sectarias y dogmáticas, hasta las divagaciones excesivas y acciones sumamente limitadas, sólo para afirmar y defender rasgos esenciales de la sociedad capitalista contemporánea y por ende cambiar lo mínimo para mantener lo sustancial del mismo. Estos son extremos en la izquierda, que si analizamos a partir de la definición citada dejarían de ser de izquierda, pero que en la práctica se identifican como tal. En el marxismo, en cambio, sólo entran los que estudian, comprenden, continúan y hacen las tareas científicas, políticas, artísticas, productivas y revolucionarias que Marx iniciara, y que los comunistas y socialistas de todo el mundo desarrollaron y siguen desarrollando. Para ser verdaderamente comunista es necesario ser militante, porque la actividad política le es sustancial a sus tareas, y solo la organización política, el Partido, puede encauzarlas. En él no entra el dogmatismo y la estrechez de razón, sino más bien la profundidad de conocimiento y reflexión, tampoco entra el discurso petulante y la palabrería acomodada pretendidamente bondadosa para justificar lo injustificable; la elevada moral comunista exige luchar contra la hipocresía del burgués, y del que aparentando luchar por el pueblo, lucha en su contra. Pero, como dije, en el uso común del término izquierda frecuentemente se identifican a grupos de este tipo y del otro, y también claro a los marxistas. Los marxistas combaten dentro de la izquierda con diversas organizaciones y pensamientos que se sitúan en esta esfera, pero a su vez necesitan de ella, de su unidad, para enfrentar al enemigo común: el sistema de cosas imperante, la sociedad y economía capitalista, su cultura, su poder, su injusticia.
Por esta razón, ser de izquierda, aunque no necesariamente significa ser marxista, exige saber de él. Marx y el concepto izquierda se encuentran sumamente vinculados, pese a que este último bien puede incluir a otros que están contra lo que proponía y afirmaba el autor de El Capital, o no están plenamente convencidos de su obra.
Para alguien que se remite al concepto de Jaime Barylko, para definir el ser de izquierda, no es difícil sentirse de izquierda. Pero para alguien que escribe un blog para pensar en el socialismo peruano, sentirse de izquierda es insuficiente, aunque no por ello, sea necesario usar el cliché de marxista, comunista o socialista. Pensar y hacer la revolución es la consigna, eso nos define si estamos de este bando o del otro.
“Ser de izquierda es, fundamentalmente, buscar un cambio de raíz, pensar; (…). No es estar afiliado a un grupo, un partido, un sector, ni repetir frases hechas sobre la guerra, el capitalismo salvaje o la literatura realista. Ser de izquierda es ser in-satisfecho y considerar que este mundo no es bueno y podría ser mejor para todos. Y seguir pensando, con Marx o contra Marx. El pensamiento crítico que observa a la sociedad y sus dobles verdades –las de la realidad y las del discurso- y las denuncia es, en su esencia, de izquierda. Es, en su esencia, revolucionario.” (Edit. Planeta, 1997, pág. 202).
Bajo esta definición caben muchos en la izquierda. Muchos literatos, artistas, pensadores e intelectuales críticos caben en la izquierda, mas no en el pensamiento, el arte y la ciencia marxista. Y he ahí, algo que debemos analizar para pensar en la izquierda o ser y hacer izquierda. En la izquierda hay muchas propuestas frente al sistema dominante de explotación actual, hay desde las reflexiones pobres y prácticas furiosas y desmesuradas de grupos y organizaciones sectarias y dogmáticas, hasta las divagaciones excesivas y acciones sumamente limitadas, sólo para afirmar y defender rasgos esenciales de la sociedad capitalista contemporánea y por ende cambiar lo mínimo para mantener lo sustancial del mismo. Estos son extremos en la izquierda, que si analizamos a partir de la definición citada dejarían de ser de izquierda, pero que en la práctica se identifican como tal. En el marxismo, en cambio, sólo entran los que estudian, comprenden, continúan y hacen las tareas científicas, políticas, artísticas, productivas y revolucionarias que Marx iniciara, y que los comunistas y socialistas de todo el mundo desarrollaron y siguen desarrollando. Para ser verdaderamente comunista es necesario ser militante, porque la actividad política le es sustancial a sus tareas, y solo la organización política, el Partido, puede encauzarlas. En él no entra el dogmatismo y la estrechez de razón, sino más bien la profundidad de conocimiento y reflexión, tampoco entra el discurso petulante y la palabrería acomodada pretendidamente bondadosa para justificar lo injustificable; la elevada moral comunista exige luchar contra la hipocresía del burgués, y del que aparentando luchar por el pueblo, lucha en su contra. Pero, como dije, en el uso común del término izquierda frecuentemente se identifican a grupos de este tipo y del otro, y también claro a los marxistas. Los marxistas combaten dentro de la izquierda con diversas organizaciones y pensamientos que se sitúan en esta esfera, pero a su vez necesitan de ella, de su unidad, para enfrentar al enemigo común: el sistema de cosas imperante, la sociedad y economía capitalista, su cultura, su poder, su injusticia.
Por esta razón, ser de izquierda, aunque no necesariamente significa ser marxista, exige saber de él. Marx y el concepto izquierda se encuentran sumamente vinculados, pese a que este último bien puede incluir a otros que están contra lo que proponía y afirmaba el autor de El Capital, o no están plenamente convencidos de su obra.
Para alguien que se remite al concepto de Jaime Barylko, para definir el ser de izquierda, no es difícil sentirse de izquierda. Pero para alguien que escribe un blog para pensar en el socialismo peruano, sentirse de izquierda es insuficiente, aunque no por ello, sea necesario usar el cliché de marxista, comunista o socialista. Pensar y hacer la revolución es la consigna, eso nos define si estamos de este bando o del otro.